En 2010, la canadiense Alamos Gold desembarcó en Turquía con la intención de desarrollar tres proyectos auríferos que prometían altos rendimientos. Sin embargo, quince años después, la compañía decidió dar un giro definitivo: vender sus activos en el país euroasiático y cerrar una batalla legal que la enfrentó con el gobierno de Ankara.
La transacción, anunciada en septiembre de 2025, contempla la venta de la subsidiaria turca de Alamos a Tumad Madencilik Sanayi, filial del conglomerado Nurol Holding, por 470 millones de dólares. El acuerdo incluye los proyectos Kirazlı, Ağı Dağı y Çamyurt, ubicados en la región noroeste de Turquía. Además, establece la suspensión y posterior retiro del arbitraje internacional por mil millones de dólares que la minera había iniciado en 2021 contra Turquía.
El caso de Kirazlı marcó el punto de inflexión. En 2019, la expiración de las concesiones mineras coincidió con masivas protestas sociales. Organizaciones ambientalistas acusaron a la compañía de tala excesiva y cuestionaron el uso de cianuro en el proceso de recuperación de oro. Alamos respondió que el cianuro solo se aplicaría en la etapa final de extracción, bajo estrictos controles ambientales, descartando riesgos para la zona boscosa cercana al monte Ida. A pesar de los argumentos técnicos, la oposición pública pesó más que las licencias iniciales.
El arbitraje presentado en ese contexto acusaba al gobierno turco de trato “injusto e inequitativo”. Ahora, con la venta a Tumad, ese capítulo se cerrará definitivamente. Alamos opta por concentrar su capital y esfuerzos en jurisdicciones consideradas más estables, como Canadá y México, donde avanza con proyectos estratégicos.
Entre ellos destaca la expansión Fase 3+ de Island Gold en Ontario, uno de los yacimientos subterráneos más rentables de Canadá. También impulsa el proyecto Lynn Lake en Manitoba y Puerto del Aire en Sonora, México. Estos desarrollos reflejan la apuesta de la minera por diversificar su portafolio en países con marcos regulatorios sólidos y mayor certeza para la inversión.
Según analistas de Jefferies, el reposicionamiento de Alamos podría incrementar en más de 80% su producción, alcanzando un millón de onzas anuales de oro hacia 2029. Esta proyección sitúa a la empresa en una posición destacada dentro del sector aurífero mundial.
La venta en Turquía no solo resuelve un litigio prolongado, también libera recursos frescos para acelerar obras en Norteamérica. La empresa indicó que utilizará parte del monto recibido para reducir deuda, fortaleciendo su estructura financiera y mejorando la capacidad de reinversión.
El desenlace en Turquía, pese a los tropiezos, deja lecciones sobre la importancia del diálogo entre comunidades, gobiernos y empresas. La minería moderna puede avanzar con responsabilidad, pero requiere construir confianza social y comunicar con claridad los procesos que garantizan la protección ambiental.
El cierre de la operación se prevé para el cuarto trimestre de 2025. A partir de ahí, Alamos Gold quedará con un portafolio más concentrado en América del Norte, con la mira puesta en crecer en producción y consolidar su reputación en jurisdicciones seguras.



