Chile es uno de los países más sísmicos del mundo, y su historia reciente lo confirma. A la tragedia del 27 de febrero de 2010, con un terremoto de magnitud 8,8, se suman eventos como el terremoto de Illapel en 2015 (8,4) y el de Melinka en 2016 (7,6), que han puesto a prueba nuestra infraestructura. Cada sismo deja nuevas lecciones sobre la resiliencia de las edificaciones y la importancia de construir con materiales de calidad certificada.
Hoy, a 15 años del 27F, especialistas de la industria del acero y hormigón refuerzan el llamado a garantizar que todo el acero utilizado en Chile, tanto nacional como importado, cumpla con los más altos estándares de seguridad, sometiéndose a pruebas constantes de trazabilidad y resistencia.
“Gracias a su capacidad de soportar altas cargas y absorber la energía liberada en un sismo, es el único material que garantiza la estabilidad y seguridad de edificaciones en un país de alta actividad sísmica como Chile. Cada terremoto nos recuerda que no hay margen para errores en la calidad del acero”, comenta Manuel Riquelme, jefe de Desarrollo de Producto de Aceros AZA, empresa productora nacional.
El acero es un elemento esencial en la construcción sismorresistente, ya que proporciona ductilidad y capacidad de absorción de energía en estructuras sometidas a movimientos telúricos. Su certificación y trazabilidad son aspectos clave para garantizar la seguridad de las edificaciones.
Por otro lado, el acero en conjunto con el hormigón forma la base estructural de las edificaciones más resistentes del mundo. Su combinación es clave en la construcción sismorresistente.
“El acero y el hormigón trabajan en conjunto de manera virtuosa, cada uno aportando sus propiedades esenciales. Mientras el hormigón brinda rigidez y resistencia a la compresión, el acero proporciona ductilidad y absorción de energía. Es esta sinergia la que permite que las construcciones en Chile tengan la capacidad de soportar los eventos sísmicos más extremos, asegurando la estabilidad estructural y protegiendo vidas”, explica el gerente general del Instituto Chileno del Acero y Hormigón de Chile (ICH), Augusto Holmberg.
Chile cuenta con una de las normativas sismorresistentes más avanzadas del mundo, lo que ha permitido que el país supere grandes terremotos con una afectación menor en infraestructura, si se compara con otros países del cinturón de fuego del Pacífico (zona entre América y Asia reconocida por ser tectónicamente activa). El cumplimiento estricto de estas normas, que incluyen, por ejemplo, indicaciones que revisan la resistencia del material (NCh203 y NCh204), soldabilidad (NCh3334 y NCh203), entre muchas otras, son fundamentales para garantizar que todas las construcciones sean seguras.
Si bien la calidad del acero que se utiliza en nuestro país tiene una estricta regulación, absolutamente necesaria considerando la categoría de país sísmico que tenemos, el mercado está cada vez más abierto a que nuevos proveedores de acero lleguen a Chile. Considerando ese punto, se hace fundamental tener sistemas que permitan verificar los estándares de calidad de ese acero.
“Chile ha demostrado ser un referente en ingeniería sísmica a nivel mundial, con normativas que han evolucionado a partir de cada evento telúrico significativo. Sin embargo, el desafío no termina con la normativa: es crucial que todos los actores de la industria, desde diseñadores, proveedores y constructores hasta autoridades y fiscalizadores, mantengan un compromiso inquebrantable con la seguridad estructural”, dice Juan Carlos Gutiérrez, director ejecutivo del Instituto Chileno del Acero (ICHA).
Gutiérrez añade que el desequilibrio que se generará en el comercio internacional del acero, debido a los aranceles que está imponiendo Estados Unidos, significará que miles de toneladas de acero busquen otros mercados de destino distinto al de Estados Unidos. Este es un punto importante para tener en cuenta en Chile “dado que el acero que utiliza Estados Unidos no necesariamente cumple con las disposiciones normativas chilenas, por lo que hay que redoblar los esfuerzos en la especificación técnica y la fiscalización para garantizar la calidad del acero, considerando que alrededor del 60% del total del acero que se consume en Chile proviene del extranjero”
A esto último, agrega que “el aniversario del terremoto del 27 de febrero de 2010 es una oportunidad para recordar la importancia de construir con responsabilidad, utilizando materiales certificados y asegurando que cada edificación en el país este preparada para resistir futuros sismos”.
Ese mismo punto refuerza Manuel Riquelme, jefe de Desarrollo de Productos de AZA, especialista de la empresa que hoy destaca por producir uno de los aceros más verdes del mundo, con tan solo 0,24 toneladas de CO₂ por tonelada de acero producida. “Hoy tenemos un mercado más abierto y eso nos obliga como país a tener que aumentar las exigencias de calidad y, también, le pone la responsabilidad a las autoridades chilenas a exigir tecnologías de trazabilidad al acero que se está usando en Chile para construir. Porque somos un país sin margen de error, que por décadas se ha preocupado de utilizar un acero con uno de los más exigentes estándares a nivel mundial”, cierra.