Nuevo León se posiciona como actor clave en la renegociación del T-MEC 2026

La industria de Nuevo León afila sus herramientas para convertirse en un actor relevante en la renegociación del Tratado entre México, Estados Unidos y Canadá (T-MEC), cuya revisión formal iniciará en 2026. Lejos de la pasividad, el estado norteño ha comenzado a levantar diagnósticos sectoriales y propuestas que reflejan el pulso real de sus industrias clave, particularmente en sectores como el automotriz, el acero y el aluminio, profundamente entrelazados con el comercio regional.

En una entrevista con ReportAcero, la secretaria de Economía estatal, Betsabé Rocha Nieto, explicó que la entidad participa activamente en el levantamiento de datos e iniciativas que nutrirán las mesas formales de discusión. Según explicó, actualmente el proceso se encuentra en su fase de consultas públicas, donde las empresas y organismos intermedios pueden compartir preocupaciones sobre posibles cambios arancelarios o impactos normativos.

Este diálogo temprano es crucial. Las reglas del T-MEC han definido en gran medida la competitividad manufacturera del norte del país, y cualquier alteración en sus términos podría afectar flujos de inversión, cadenas logísticas e incluso empleos especializados. Por ello, la Secretaría de Economía estatal ha optado por una estrategia de incidencia proactiva, apoyándose en los sectores más representativos de la economía regional.

Durante su participación en el XXX Regio Foro Inmobiliario, organizado por la Asociación Mexicana de Profesionales Inmobiliarios (AMPI), Rocha detalló que, además de la agenda comercial internacional, la dependencia trabaja en iniciativas de fortalecimiento interno. Una de ellas es el programa de sustitución de importaciones, diseñado para incentivar la manufactura nacional de insumos que hasta ahora dependen del exterior.

El esquema es sencillo pero ambicioso: una empresa ancla identifica un componente o insumo que hoy importa. En alianza con un proveedor local y con apoyo del gobierno estatal, se realiza una inversión conjunta para adquirir maquinaria especializada y capacitar personal. Así, el proveedor nacionaliza su capacidad productiva y se integra de manera más sólida a la cadena de suministro.

Desde su implementación, el programa ya suma más de 90 millones de pesos en inversión, con la participación de más de veinte pequeñas y medianas empresas. Aunque la cifra aún no representa un cambio estructural, sí refleja un esfuerzo concreto por fortalecer la economía local desde sus raíces, generando empleos y desarrollando tecnología productiva propia.

Uno de los retos más complejos, admite Rocha, es lograr que las pymes se formalicen. Aunque estas empresas representan el músculo de la economía nacional, muchas operan en esquemas informales que les impiden escalar, acceder a créditos o participar en grandes cadenas comerciales. Frente a este desafío, la visión de la Secretaría no pasa por la imposición, sino por el acompañamiento.

Rocha asegura que si se brindan incentivos claros, como acceso a mercados con grandes cadenas de autoservicio o empresas ancla consolidadas, las pymes pueden ver valor en dar el paso hacia la formalidad. La clave está en construir un entorno de confianza y soporte técnico, con herramientas de capacitación y asesoría jurídica que les permita adaptarse sin miedo.

En materia regulatoria, la funcionaria advierte sobre los riesgos de una sobrerregulación que, lejos de incentivar, puede frenar el dinamismo empresarial. “No se trata de generar más leyes, sino de construir un marco jurídico que dé certeza y fluidez a las operaciones”, puntualizó. Esta visión de simplificación normativa cobra especial relevancia en contextos de integración regional, donde la competitividad se mide también en términos de facilidad para hacer negocios.

Respecto al panorama para 2026, Rocha mantiene una visión positiva. Coincide con el ex canciller Marcelo Ebrard en que la renegociación del tratado puede representar una gran oportunidad para el país. Más que temer al proceso, invita a verlo como una plataforma para actualizar intereses, reforzar sectores estratégicos y posicionar a México —y particularmente a Nuevo León— como un aliado confiable y competitivo dentro del bloque norteamericano.

Esta confianza no es gratuita. La infraestructura industrial de Nuevo León, su vocación exportadora y su red de proveedores altamente especializados lo colocan en una posición estratégica. Desde autopartes hasta electrodomésticos, pasando por maquinaria pesada, muchas de las manufacturas que cruzan diariamente hacia Estados Unidos y Canadá tienen origen en este estado. El reto será trasladar ese músculo productivo al plano político y técnico de las negociaciones, y asegurarse de que la voz del sector privado esté bien representada.

En medio de un contexto internacional cambiante, con nuevas tensiones geopolíticas y transformaciones tecnológicas en curso, México deberá demostrar no solo capacidad de adaptación, sino también liderazgo estratégico. Y en ese tablero, Nuevo León quiere jugar no solo como invitado, sino como protagonista.

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