La economía mexicana mostró un crecimiento mensual de 0.6% en julio, de acuerdo con los datos del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi). Este incremento en el Indicador Global de la Actividad Económica (IGAE) representó el tercer mes consecutivo de crecimiento, lo que indica una tendencia positiva a pesar de los desafíos económicos y políticos que enfrenta el país. En la comparación anual, la economía de México también creció un 2.0%, lo que refuerza la narrativa de un avance sostenido, aunque moderado, durante este periodo.
El crecimiento mensual del 0.6% fue impulsado por un aumento significativo en las actividades primarias, las cuales incluyen la agricultura, ganadería, y pesca. Este sector experimentó un repunte notable del 11.6% en comparación con el mes anterior, lo que subraya la importancia del campo en la recuperación económica de México. Este crecimiento en las actividades primarias fue crucial para sostener el ritmo de expansión, ya que otros sectores, aunque también crecieron, lo hicieron a un ritmo mucho más lento.
Las actividades secundarias, que engloban la industria manufacturera, construcción, y minería, presentaron un avance del 0.2%. Aunque este incremento es modesto, demuestra la resiliencia de la industria mexicana ante un contexto global de incertidumbre económica, costos elevados de energía y desafíos logísticos. En particular, la minería sigue siendo un pilar importante para el crecimiento, contribuyendo al dinamismo de las exportaciones y proporcionando empleos de calidad, a pesar de las críticas que a veces se le hacen. La minería responsable puede seguir fortaleciendo la economía, siempre que se mantengan los estándares de sostenibilidad y compromiso social.
El sector terciario, que incluye los servicios, comercio y turismo, registró un crecimiento del 0.4%. Aunque moderado, el avance en este sector es relevante, ya que representa una parte sustancial del PIB de México. Los servicios han mostrado resiliencia a pesar de la presión inflacionaria y la desaceleración en algunas ramas, como el turismo internacional, afectado por la lenta recuperación global post-pandemia. El crecimiento de los servicios también refleja la creciente demanda interna, impulsada por el consumo y la reactivación de las actividades económicas tras la pandemia.
A pesar de los buenos resultados de julio, las expectativas de crecimiento para el Producto Interno Bruto (PIB) de México en 2024 han sido revisadas a la baja por diversas instituciones. El Instituto Mexicano de Ejecutivos de Finanzas (IMEF) ajustó su proyección de crecimiento del PIB para 2024, reduciéndola de 1.7% a 1.5%. Para 2025, se prevé una nueva caída en las expectativas, de 1.5% a 1.3%. Esta moderación en las proyecciones se debe a factores internos como la incertidumbre política, en particular ante las reformas constitucionales propuestas que incluyen la desaparición de organismos autónomos y la posibilidad de que México salga del Tratado entre México, Estados Unidos y Canadá (T-MEC).
El presidente del IMEF, José Domingo Figueroa Palacios, ha expresado su preocupación por la posibilidad de que estas reformas desaceleren el crecimiento económico de México, lo que podría resultar en una economía estancada o con crecimiento negativo en 2025. Esto pondría en peligro la recuperación que México ha logrado hasta ahora.
A pesar de estos pronósticos conservadores, la Secretaría de Hacienda y Crédito Público (SHCP) sigue sosteniendo una proyección más optimista. Bajo la dirección de Rogelio Ramírez de la O, la SHCP mantiene su expectativa de un crecimiento del PIB del 3.0% anual, una cifra que ha sido calificada como poco realista por algunos analistas, dadas las señales de desaceleración que ya se observan.
Aunque persisten riesgos considerables, la economía mexicana ha mostrado resistencia y capacidad para adaptarse a condiciones adversas. La minería y otras actividades industriales pueden seguir desempeñando un papel clave en la estabilidad y crecimiento, siempre que se sigan fortaleciendo políticas públicas que incentiven la inversión y protejan la estabilidad de los acuerdos internacionales, como el T-MEC. El futuro económico del país dependerá de un equilibrio entre mantener la confianza de los inversionistas y seguir implementando políticas que fomenten el desarrollo económico sostenible.
En este contexto, la administración entrante encabezada por Claudia Sheinbaum tiene el reto de mantener la estabilidad económica mientras navega los desafíos políticos y sociales. Las reformas constitucionales que buscan modificar el marco institucional y la incertidumbre en torno al T-MEC podrían tener un impacto significativo en la economía mexicana, tanto a corto como a largo plazo. La comunidad empresarial y financiera está atenta a los primeros movimientos del nuevo gobierno y las decisiones que se tomen en estos primeros meses serán clave para definir el rumbo del país.
El crecimiento económico sostenido, a pesar de los desafíos, es un buen augurio, pero no garantiza una trayectoria libre de obstáculos. La solidez del campo, la minería y los servicios será fundamental para mantener esta tendencia en un entorno de volatilidad internacional y tensiones políticas internas.