Un rápido repunte acaparó atención entre inversionistas cuando las acciones de United State Antimony (símbolo UAMY) alcanzaron niveles nunca antes vistos. La compañía desplegó una colocación de acciones por 25 millones de dólares, lo que detonó un alza en su cotización y catapultó su capitalización de mercado.
La oferta incluía unas 2.38 millones de acciones suscritas por un fondo mutuo no identificado, a un precio promedio de 10.51 USD por acción, un valor superior al mercado vigente, según comunicó la firma. El cierre se prevé para el 14 de octubre. Desde su apertura en torno a 12.00 USD, el título escaló hasta 12.27 USD, situando la capitalización bursátil en aproximadamente 1.6 mil millones de dólares. MINING.COM
Durante las últimas seis semanas, la compañía ha atraído montos crecientes de varios inversionistas institucionales, acumulando ya 69.25 millones de dólares en tres rondas de financiamiento. Estas operaciones se han cerrado con descuentos mínimos o incluso sin descuento alguno respecto al precio de mercado, según declaraciones del director general Gary Evans.
United States Antimony opera con dos instalaciones de procesamiento: una en Montana (EE. UU.) y otra en México. Estas plantas representan los únicos hornos activos en Norteamérica con capacidad sostenida para procesar antimonio, un metal considerado estratégico para aplicaciones en defensa y alta tecnología. Además del antimonio metálico, la empresa produce óxidos, trisulfuro, zeolita y varios metales preciosos.
Los recursos captados se destinarán a reforzar inventarios de minerales críticos, expandir las concesiones mineras en Alaska y Montana, e incrementar la capacidad de su fundición ubicada en Madero, México.
Este movimiento coincide con un contrato de 245 millones de dólares asignado por la Agencia de Logística de Defensa de EE. UU. (DLA), para el suministro de lingotes de antimonio al acervo nacional de defensa.
Para México, la operación adquiere especial relevancia. No sólo porque una de las plantas de procesamiento está en territorio nacional, sino porque la demanda global de minerales críticos —involucrados en semiconductores, baterías, defensa y otras aplicaciones estratégicas— crece frente al apremio por autonomía tecnológica. Esa urgencia coloca al antimonio dentro de los minerales en los que México podría jugar un rol estratégico, siempre que su regulación, infraestructura y marco de incentivos acompañen.
Sin embargo, el financiamiento agresivo y la subida abrupta de acciones despiertan preguntas. ¿Es sostenible esa valorización? ¿Podrá la compañía traducir recursos en producción real y consistente? Si bien el contrato con la DLA aporta respaldo, el riesgo de que expectativas de crecimiento no se concreten permanece latente. Más aún en un mercado de minerales críticos donde la competencia, la geopolítica y los cambios tecnológicos pueden reordenar rápidamente el tablero.
Desde mi perspectiva, esta operación refleja una apuesta audaz: capitalizar la urgencia global por minerales estratégicos. United States Antimony se presenta como actor relevante, pero debe ahora demostrar ejecución tecnológica, eficiencia operativa y estabilidad en una cadena que exige cada vez más sostenibilidad y resiliencia. El récord bursátil es un reflejo del momento; su durabilidad dependerá del desempeño real.



