A unos kilómetros de Mazatlán, en el corazón minero de Sinaloa, Vizsla Silver está escribiendo una historia distinta a la narrativa que usualmente rodea a la minería. En un sector frecuentemente señalado por sus impactos, la compañía ha optado por un camino que combina responsabilidad ambiental, compromiso comunitario y transparencia corporativa. Así lo refleja su tercer Informe Anual de Sostenibilidad, publicado recientemente, donde destaca avances concretos y una visión firme hacia lo que denominan “minería regenerativa”.
El documento, preparado bajo los estándares del IFRS Foundation y el marco de sostenibilidad SASB para metales y minería, no es un ejercicio de relaciones públicas. Más bien, actúa como un espejo de los valores que la firma ha decidido priorizar: restauración ambiental, impacto social positivo y gobernanza ética.
La minera canadiense, que cotiza en las bolsas de Toronto, Nueva York y Frankfurt, ha canalizado más de 600 mil dólares en tres años a programas comunitarios en el sur de Sinaloa. Esta inversión no solo fortalece la relación con las comunidades locales, sino que revela un enfoque estratégico donde el valor no se mide únicamente en onzas de plata o en reservas estimadas, sino en bienestar tangible.
Uno de los proyectos más simbólicos en esta línea ha sido la alianza con los Venados de Mazatlán, el equipo de béisbol que forma parte esencial de la identidad cultural de la región. A través de esta colaboración, Vizsla ha logrado activar campañas de salud, eventos deportivos y actividades de integración con niños y jóvenes, apuntando a sembrar futuro más allá del tajo minero.
Pero el compromiso va más allá de lo social. En lo ambiental, Vizsla Silver ha mantenido de forma voluntaria la rehabilitación de dos presas de jales heredadas de operaciones pasadas. No se trata de una obligación legal, sino de una responsabilidad asumida. Además, la empresa ha cultivado cerca de 5,000 árboles nativos de 19 especies distintas, que serán utilizados en tareas de restauración de ecosistemas en zonas afectadas por la actividad minera.
El propio presidente y CEO, Michael Konnert, lo resumió con claridad al presentar el informe: “Nuestra visión de futuro es verde. No basta con reducir impactos, queremos regenerar. Y eso comienza con cada decisión diaria, en cada nivel de nuestra operación”. Esa visión se concreta en el objetivo declarado para el próximo año: avanzar hacia un modelo de minería regenerativa, concepto aún incipiente en el sector, pero que cobra fuerza en medio del escrutinio global por prácticas más sostenibles.
Desde la perspectiva de gobernanza, Vizsla también ha reforzado su marco de reporte ESG (ambiental, social y de gobernanza), actualizando sus metas e iniciando la actualización de su Evaluación de Impacto Social. Además, recibió por cuarto año consecutivo el distintivo Empresa Socialmente Responsable (ESR), que en México otorga el CEMEFI a organizaciones con prácticas éticas comprobadas.
Todo esto sucede en el contexto del ambicioso Proyecto Pánuco, una consolidación minera que abarca 7,189.5 hectáreas con 86 kilómetros de vetas identificadas y una historia productiva que se remonta a décadas anteriores. Vizsla ha logrado redefinir esta zona como un distrito emergente de plata y oro de alta ley, con recursos medidos e indicados por más de 222 millones de onzas equivalentes de plata, y una base inferida adicional de casi 139 millones.
La geología del distrito —ubicado dentro de la Formación Tarahumara— presenta un tipo de mineralización epitermal de baja a intermedia sulfuración, típica de los sistemas asociados al vulcanismo silíceo del Oligoceno y Mioceno. Este tipo de yacimientos, bien gestionados, pueden representar una gran oportunidad de desarrollo para las comunidades anfitrionas.
Es en este cruce entre geología y responsabilidad donde Vizsla Silver quiere marcar la diferencia. La minería regenerativa, entendida como un modelo que no solo mitiga, sino que restaura y fortalece los ecosistemas y las comunidades, aún tiene mucho camino por recorrer. Pero proyectos como el de Pánuco, respaldados por informes verificables y acciones visibles, abren la puerta a una nueva narrativa para el sector.
En un país donde la minería es una fuente esencial de empleo y divisas, pero también objeto de controversia, ejemplos como este resultan valiosos. No todo proyecto minero logra integrar productividad con respeto ambiental y cohesión social. Lo que distingue a Vizsla no es solo su potencial geológico, sino su decisión de asumir un rol activo en la construcción de una minería con propósito.
Quizá lo más importante de este informe no sea lo que ya se logró, sino lo que propone como hoja de ruta para el futuro inmediato. Si la empresa logra concretar su visión regenerativa, podríamos estar presenciando el surgimiento de un nuevo estándar para la minería mexicana.