Minería impulsa el desarrollo económico de México con más de 14 millones de empleos

En un país que busca fortalecer su papel como socio estratégico en América del Norte, pocos sectores tienen un impacto tan profundo y transversal como la minería. Lejos de ser una actividad del pasado, la industria minera se revela hoy como una fuente insustituible de empleo, innovación tecnológica y crecimiento económico para México. Así lo confirma el estudio “Relevancia del sector minero mexicano en el desarrollo económico nacional”, elaborado por el Centro de Investigación y Docencia Económicas (CIDE) en colaboración con la Cámara Minera de México (CAMIMEX).

Los investigadores Rodrigo Aliphat Rodríguez, Óscar Arturo García González y Vanessa Veintimilla Brando, responsables del estudio, ofrecen cifras y análisis que desmontan mitos y posicionan a la minería como un engranaje clave del aparato productivo nacional. Su trabajo detalla cómo esta industria se conecta directamente con 192 sectores económicos a través de complejas cadenas de valor, tanto de suministro como de demanda.

El primer hallazgo es contundente. Hacia adelante, la minería abastece a 123 ramas industriales que requieren minerales como insumo básico. Desde la manufactura hasta la transformación de metales, estas actividades generan más de 4.3 millones de empleos y un valor de producción que supera los 10 billones de pesos. Hacia atrás, la cadena minera absorbe insumos y servicios de 26 sectores proveedores, generando otros 2.6 millones de empleos y una producción que rebasa los 5 billones de pesos.

Este doble flujo económico convierte a la minería en una suerte de corazón productivo, bombeando recursos y oportunidades a lo largo del país. Los expertos del CIDE lo resumen con claridad: “La minería constituye un eje clave para el crecimiento de otras industrias y el dinamismo de decenas de proveedores, posicionándose como un referente en la competitividad internacional de México”.

Además del impacto directo en los sectores industriales, el estudio resalta la existencia de un ecosistema paralelo de 43 ramas de servicios asociados, que amplifican los efectos económicos de la minería. Este entorno genera 6.9 millones de empleos adicionales y representa una producción equivalente a 5 billones de pesos. La transversalidad de la minería queda así plenamente demostrada.

Si bien estos datos hablan de escalas macroeconómicas, hay un rostro humano detrás de cada cifra. El sector minero emplea directamente a más de 416 mil personas, muchas de ellas en comunidades rurales donde la minería representa la única fuente de empleo formal. Cuando se suman los empleos indirectos generados a lo largo de la cadena de valor, el total rebasa los 3 millones de trabajadores, con una incidencia económica en más de 14 millones de personas.

Además, estos empleos destacan por su calidad. El salario promedio en el sector ronda los $22,518 pesos mensuales, tres veces el salario mínimo y por encima del promedio de otras industrias, como la manufactura. La minería no sólo crea empleos: crea empleos bien remunerados, formales y con beneficios que superan al promedio nacional.

Pedro Rivero, presidente de CAMIMEX, resume así el impacto social y económico del sector: “La minería es un motor de economía y bienestar para México. Su aporte del 4.7% al PIB nacional y su presencia en regiones marginadas la convierten en un pilar del desarrollo económico y social”.

Más allá de la generación de empleo, el estudio subraya el potencial transformador de los minerales. Cada uno de ellos multiplica su valor a medida que avanza en la cadena de procesamiento. La plata, por ejemplo, puede aumentar su valor hasta 28 veces; el cobre, 160 veces; y el hierro, más de 8,700 veces. Estos incrementos son producto del trabajo industrial, tecnológico y logístico que se realiza en el país, lo que convierte a México no solo en un productor de materias primas, sino en un transformador con valor agregado.

En el contexto del Tratado entre México, Estados Unidos y Canadá (T-MEC), este valor agregado adquiere un peso geopolítico. Más del 90% de las exportaciones mineras mexicanas a Estados Unidos incluyen procesos industriales como el refinado o la manufactura. Actualmente, el 52% del total de exportaciones del sector tienen como destino el mercado estadounidense, lo que consolida a México como un socio industrial clave para industrias tan estratégicas como la automotriz, la electrónica o la energética.

Francisco Cervantes, presidente del Consejo Coordinador Empresarial (CCE), es claro al respecto: “La capacidad de México para proveer insumos a través de los minerales refuerza su papel como socio industrial indispensable dentro del T-MEC”.

Desde la Confederación de Cámaras Industriales (CONCAMIN), Alejandro Malagón va más allá: “La minería es uno de los cinco sectores que más suman al PIB industrial, con un aporte del 8.7%”. Destaca también su papel como eslabón fundamental en industrias como la construcción, la petroquímica y la eléctrica.

Sin embargo, el informe no se limita a celebrar lo logrado. Advierte también sobre la necesidad de una política industrial minera más robusta, que fomente la innovación tecnológica, sobre todo en la exploración geológica. Plantea que se deben reforzar los marcos regulatorios para facilitar la inversión y agilizar los trámites, sin dejar de lado la sostenibilidad y la participación activa de las comunidades.

En un país donde los debates sobre la minería a menudo se polarizan, el estudio del CIDE y CAMIMEX ofrece una plataforma objetiva y sustentada en datos para repensar el lugar de esta industria en el futuro económico de México. Porque la minería no es una actividad aislada ni ajena al desarrollo: es un engranaje complejo, interconectado, vital. Apuesta por la transformación productiva, por la integración regional y por el bienestar colectivo.

Resulta fundamental que este tipo de análisis circulen más allá del ámbito académico o empresarial. Comprender que un mineral extraído en Zacatecas puede terminar en un auto eléctrico fabricado en Detroit o en un panel solar en Querétaro ayuda a dimensionar la importancia real de la minería. No se trata solo de extracción: se trata de valor, empleo, conocimiento y futuro.

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