La transición energética en Colombia no es un debate puramente técnico. El futuro del carbón, segundo renglón minero del país y soporte fiscal de varias regiones, enfrenta dilemas económicos, sociales y territoriales que ya generan tensiones.
Un informe de la Federación Nacional de Productores de Carbón (Fenalcarbón) y el Centro Regional de Estudios de Energía (CREE) expone tres posibles escenarios de transición que marcarán la suerte del sector y de las comunidades que dependen de él.
Tres escenarios, tres futuros posibles
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Escenario de referencia (NetZero 2060): la demanda energética crecería 44% y la generación eléctrica se cuadruplicaría con renovables. La producción de carbón caería entre 85% y 100%, dejando reservas sin explotar. El carbón metalúrgico tendría mejores opciones en el mercado externo.
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Escenario restrictivo (NetZero 2050): la política más dura implicaría la pérdida de casi 90% de la producción, con fuerte impacto social y fiscal. Más de la mitad del carbón del interior quedaría sin explotar y solo un 12% del metalúrgico hallaría mercado.
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Escenario “viento de cola” (NetZero 2070–2100): la transición más lenta permitiría aprovechar la totalidad de reservas térmicas y metalúrgicas, reduciendo el impacto sobre empleo y regalías, aunque prolongando la dependencia del país del mineral más allá de 2070.
Un impacto que desborda la minería
El estudio recalca que la transición no puede analizarse solo desde la matriz eléctrica. Cada peso perdido en producción carbonífera significa una caída de $2,42 en la economía nacional por los encadenamientos productivos.
La reducción acelerada podría costar más de 70.000 empleos directos e indirectos, muchos mejor remunerados que los de sectores alternativos. En términos fiscales, se estima que la caída de la producción implicaría la pérdida de $38 billones en regalías, recursos vitales para más de 1.100 municipios.
En algunos territorios, como Becerril y Barrancas, los ingresos por minería superan en 1,5 veces sus ingresos corrientes.
Una transición con planeación o una crisis territorial
Carlos Cante, presidente de Fenalcarbón, advirtió:
“Estamos hablando de territorios cuya economía, empleo e ingresos fiscales dependen casi por completo de esta industria. Si no planificamos la transición, corremos el riesgo de enfrentar una bomba social y fiscal”.
La federación propone un fondo fiscal de transición, financiado por el mismo sector, para reconvertir la economía de los territorios, capacitar mano de obra, diversificar sectores productivos y mantener la estabilidad fiscal mientras exista demanda internacional.
El reloj corre hacia 2030
El informe subraya que 2030 será un punto de inflexión, cuando comiencen a expirar varios títulos mineros. Ese será el momento de definir si Colombia acelera el cierre de la industria, opta por una transición intermedia o prolonga la explotación de reservas.
Más allá de lo técnico, Fenalcarbón insiste en que la discusión es de país y debe involucrar a Gobierno, Congreso y comunidades. El objetivo no es perpetuar el carbón, sino aprovechar los recursos actuales para financiar una verdadera transformación productiva en las regiones mineras.