La transición energética en México avanza con paso firme gracias al crecimiento de proyectos eólicos en diversas regiones. El país alcanzó una capacidad instalada de alrededor de 8,7 gigavatios (GW) en 2024, convirtiéndose en uno de los líderes en energía eólica de América Latina. Esta expansión responde a la urgente necesidad de reducir emisiones de gases de efecto invernadero y diversificar la matriz energética.
Objetivos nacionales y contexto energético
México se comprometió a generar el 45 % de su electricidad a partir de fuentes limpias para 2030. Para lograrlo, el país debe sumar 10 GW adicionales de energía eólica y 36 GW solares en los próximos cinco años. Estos objetivos están alineados con los compromisos del Acuerdo de París y forman parte de la estrategia nacional de transición energética. El avance requiere inversiones sustanciales, políticas estables y un marco regulatorio que fomente la participación privada, especialmente en tecnologías renovables como la eólica.
Potencial eólico y beneficios concretos
La energía eólica ofrece beneficios ambientales y económicos palpables. En 2023, los parques eólicos mexicanos generaron más de 20 000 gigavatios-hora (GWh), cubriendo alrededor del 6 % de la demanda nacional de electricidad. Esta producción evitó la emisión de más de 9 millones de toneladas de CO₂, equivalente a retirar 2,2 millones de automóviles de circulación. Además, el sector eólico ha generado cerca de 9 500 empleos directos y atraído inversiones por más de 3 000 millones de dólares en los últimos años.
Zonas clave: Istmo de Tehuantepec y Oaxaca
El Istmo de Tehuantepec, particularmente el estado de Oaxaca, concentra uno de los mayores potenciales eólicos del continente. Gracias a sus vientos constantes y potentes, en esta zona operan algunos de los parques más grandes del país. El parque Eurus, por ejemplo, cuenta con 250 MW instalados y 167 turbinas. La región ha sido fundamental en la consolidación de la energía eólica como parte de la matriz energética nacional. Estos proyectos no solo generan energía limpia, sino que también impulsan el desarrollo regional mediante empleo, infraestructura y programas sociales.
Tecnología y evolución operativa
Las turbinas modernas instaladas en México cuentan con potencias de entre 1,5 y 3 MW, lo que permite una producción más eficiente con menos impacto ambiental. Además, varios proyectos eólicos se están desarrollando con soluciones de almacenamiento energético, lo que fortalece su estabilidad y facilita su integración en la red eléctrica nacional. Empresas como Revolve y Enel Green Power lideran la expansión eólica con un enfoque en sostenibilidad, innovación y respeto al entorno social y ambiental.
Obstáculos regulatorios y desafíos técnicos
A pesar de los avances, la transición eólica enfrenta obstáculos importantes. La preferencia institucional hacia la Comisión Federal de Electricidad (CFE) ha limitado la entrada de actores privados, restringiendo la competencia. Además, la infraestructura de transmisión eléctrica en muchas zonas con potencial eólico no está actualizada ni tiene suficiente capacidad. Esta situación dificulta transportar la energía generada hacia los centros de consumo. También existen incertidumbres regulatorias que generan desconfianza entre los inversionistas, aunque el nuevo plan de inversiones por USD 13 600 millones hacia 2030 podría revertir esta percepción.
Estrategias para consolidar el crecimiento eólico
El país debe implementar acciones claras para aprovechar su potencial eólico. Primero, es clave reactivar las subastas de energía renovable con reglas claras y abiertas. Segundo, fomentar asociaciones público-privadas que permitan aprovechar la experiencia y recursos de ambos sectores. Tercero, invertir en redes eléctricas modernas y tecnologías de almacenamiento para evitar cuellos de botella. Finalmente, es fundamental reinvertir parte de las ganancias de los proyectos en las comunidades locales, garantizando beneficios tangibles y promoviendo aceptación social.
Lecciones internacionales para replicar
México puede inspirarse en modelos exitosos como el de Brasil, que combina licitaciones competitivas con fuerte participación privada, o Chile, que ha logrado integrar renovables con redes modernas. Estas experiencias demuestran que, con políticas públicas claras y alianzas estratégicas, es posible acelerar la transición energética sin comprometer la estabilidad del sistema.
El papel de las comunidades y el desarrollo local
Una transición energética justa también requiere la inclusión de las comunidades. Los proyectos eólicos bien diseñados deben contemplar consulta previa, formación de talento local y planes de inversión social. En regiones como Oaxaca, ya existen casos donde los beneficios comunitarios han sido visibles: construcción de escuelas, centros de salud y caminos, además de becas para estudiantes técnicos. Incluir a la población no solo garantiza gobernanza social, también mejora la viabilidad de los proyectos a largo plazo.
Perspectivas para 2025 y más allá
Las proyecciones apuntan a que México podría alcanzar 10 GW de capacidad instalada en parques eólicos hacia 2026, consolidando una participación superior al 8 % en la generación eléctrica. Con una estrategia integrada, el país puede reducir su dependencia del gas natural, disminuir sus emisiones y crear empleos verdes sostenibles. La energía eólica no solo representa un paso clave hacia la descarbonización, sino una oportunidad económica para regiones marginadas.
Conclusión
Los parques eólicos en México tienen un rol esencial en la transición energética. Si se desarrollan bajo principios de sostenibilidad, inclusión social y eficiencia tecnológica, contribuirán a un futuro más limpio, justo y autónomo. México está ante una oportunidad histórica: transformar el viento en desarrollo. Aprovechar esta fuerza renovable con visión a largo plazo puede convertir al país en referente energético regional y garantizar bienestar para las próximas generaciones.