Un análisis realizado por la consultora Colliers entrega luces sobre cómo el concepto de oficina se ha ido moldeando en los últimos años, perfilando una nueva realidad y evolucionando hacia lo que se vislumbra como la oficina del futuro.
“Tras varios años de transformación y modelos híbridos, el mundo corporativo está viviendo un punto de inflexión. Las empresas —desde gigantes tecnológicos hasta organizaciones locales— están impulsando un retorno sostenido a la oficina, pero no al modelo tradicional. La presencialidad está volviendo bajo nuevas reglas: flexibilidad, bienestar y tecnología”, señala Verónica Tarigo, consultora del Área de Project Management de Colliers.
De acuerdo al análisis, “la oficina contemporánea ha dejado de ser un espacio físico fijo para transformarse en un ecosistema vivo de colaboración y cultura. Su valor diferencial ya no está en el escritorio, sino en la experiencia compartida: la posibilidad de interactuar, crear, inspirarse y reforzar la identidad organizacional. Las empresas que lideran esta transición están enfocadas en hacer que ir a la oficina ‘valga la pena’, ofreciendo entornos que priorizan el bienestar, la flexibilidad y la conexión humana”.
Tarigo explica que la oficina del futuro estará definida por tres grandes ejes: adaptabilidad, tecnología y bienestar. “Se privilegiarán los espacios dinámicos: áreas modulares que pueden transformarse según el tipo de actividad —desde concentración individual hasta sesiones creativas o reuniones híbridas. El bienestar integral, dando importancia a la luz natural, ventilación eficiente, materiales sostenibles y diseño biofílico que promueva el confort y salud mental”.
“El concepto de Identidad viva será protagonista, donde los espacios expresarán la cultura corporativa mediante el uso de colores, arte, gráficos ambientales y zonas de socialización que refuercen pertenencia y propósito. La preocupación por el medio ambiente será una constante, usando sistemas de ahorro energético e iluminación inteligente hasta materiales reciclados y gestión circular de residuos”, añade la ejecutiva.
La experta destaca que la oficina del futuro será profundamente tecnológica, pero sin perder su dimensión humana. “Se usarán sensores y plataformas de gestión inteligente para monitorear ocupación, temperatura, calidad del aire y consumo energético, ajustando las condiciones en tiempo real. La inteligencia artificial aplicada al espacio de trabajo ayudará a predecir patrones de uso, optimizar recursos y personalizar la experiencia de cada colaborador. Salas de videoconferencia inmersiva y equipamiento audiovisual de alta gama integrarán equipos presenciales y remotos sin fricciones. Infraestructura flexible y plug & play, que facilite la movilidad interna y el uso compartido de estaciones. Experiencias digitales integradas, como aplicaciones para reservar salas, reportar necesidades o acceder a servicios del edificio”.
“En cuanto al diseño interior, la estética pasará a un segundo plano frente a la funcionalidad emocional: cómo los espacios influyen en la productividad, el bienestar y la creatividad. Se priorizará el uso de mobiliario modular y ergonómico, adaptable a distintos modos de trabajo. Se implementarán zonas híbridas que combinan la informalidad del hogar con la tecnología del entorno corporativo. Materiales cálidos y naturales que aportan sensación de confort y cercanía. Espacios de pausa y socialización como elementos esenciales de la jornada laboral, no accesorios”.
De acuerdo a Tarigo, “la oficina del futuro utilizará el espacio físico como un activo estratégico para atraer talento, fomentar la innovación y consolidar el propósito corporativo. Será un lugar donde convergen personas, tecnología y propósito. Un entorno que no obligará a volver a la presencialidad, sino que invitará a estar”.



