Minería ilegal contamina el río Nanay, fuente vital de agua para Iquitos

Desde el aire, el panorama sobre el río Nanay es desolador. Decenas de dragas metálicas, alineadas como enjambres, remueven sin tregua el lecho del río, dejando una estela de aguas turbias y orillas devastadas. En apenas tres horas de sobrevuelo se identificaron más de cuarenta embarcaciones ilegales, una cifra que ilustra cómo la minería ilegal ha tomado por asalto esta cuenca que, hasta hace pocos años, se mantenía como una fuente prístina de agua para Iquitos.

El Nanay, afluente esencial del Amazonas y principal fuente de agua potable para más de medio millón de personas en Loreto, se ha convertido en el nuevo epicentro de la “fiebre del oro” en la Amazonía peruana. Impulsados por la cotización del oro, que bordea los 380 soles por gramo, cientos de mineros ilegales han invadido el río, dejando a su paso contaminación por mercurio, pérdida de biodiversidad y una amenaza directa para la salud y el futuro de las comunidades ribereñas.

Durante la inspección, el fiscal ambiental Bratzon Zaboya reveló la existencia de una ruta de 33 kilómetros para el tráfico de combustible, que alimenta diariamente a estas dragas con hasta 60 galones cada una. En el puesto de control de Yarana, se decomisaron miles de galones de petróleo, equipos de succión y antenas satelitales utilizadas por los mineros para comunicarse y evadir los operativos. A pesar de los esfuerzos, apenas nueve agentes policiales custodian la zona, enfrentando limitaciones logísticas y riesgos de corrupción.

El deterioro del río ya es perceptible en la vida diaria. José Manuyama, presidente del Comité de Defensa del Agua de Iquitos, lamentó el daño irreversible a un ecosistema que es parte de la identidad amazónica. La contaminación con metales pesados, la deforestación de las orillas y el colapso de actividades como la pesca y el turismo están dejando a las comunidades sin sustento ni acceso seguro al agua.

A este escenario se suma una advertencia aún más grave: la minería ilegal estaría atrayendo al narcotráfico y a actores extranjeros. Según el fiscal Frank Almanza, se han detectado indicios de vínculos con redes criminales organizadas, incluidos ciudadanos colombianos y posibles nexos con exintegrantes de las FARC que operan bajo fachada turística. La expansión de estas actividades podría replicar lo ocurrido en Madre de Dios, donde la minería descontrolada generó una crisis ambiental y social.

El sobrevuelo también evidenció la presencia de cultivos ilícitos, pistas de aterrizaje clandestinas y embarcaciones sospechosas moviéndose sin control. Para expertos como Andrea Buitrago, este patrón anticipa un escenario de colapso ambiental si no se actúa de inmediato. La gran pregunta es si el Estado responderá con firmeza o permitirá que el Nanay, como tantos otros territorios amazónicos, quede a merced de la ilegalidad y la codicia.

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