El presidente Donald Trump anunció la imposición de aranceles del 25% al acero y del 10% al aluminio a todas las importaciones, incluyendo las provenientes de México, medida que entrará en vigor el 10 de febrero. La decisión, justificada como una estrategia para proteger la industria siderúrgica estadounidense, ha generado incertidumbre en los mercados y podría desencadenar represalias comerciales de otros países.
Trump realizó el anuncio a bordo del Air Force One, donde declaró que su administración no permitirá que el mercado estadounidense se vea afectado por lo que calificó como prácticas comerciales desleales de otros países. Además, adelantó que en los próximos días impondrá aranceles recíprocos contra aquellas naciones que aplican gravámenes a productos de EE.UU., sin detallar cuáles serían los sectores afectados.
La medida afecta directamente a México, uno de los principales proveedores de acero para la industria estadounidense. En 2024, el país exportó más de 3.5 millones de toneladas de este material a EE.UU., lo que lo convierte en su cuarto mayor proveedor. Empresarios del sector ya han manifestado su preocupación, pues estos aranceles podrían generar reducción de inversiones, pérdidas económicas y posible cierre de plantas siderúrgicas.
El presidente de la Cámara Nacional de la Industria del Hierro y el Acero (CANACERO), Raúl Gutiérrez, advirtió que, de no lograrse una exención similar a la que México consiguió en 2019, la industria nacional enfrentará una crisis grave. “Es fundamental que el gobierno mexicano actúe rápido para evitar daños irreparables al sector”, señaló.
En el escenario internacional, el anuncio de Trump ha encendido las alarmas en otras economías afectadas. China, que recientemente aplicó un arancel del 10% a productos estadounidenses, podría responder con nuevas medidas de represalia. La Unión Europea también evalúa su postura frente a esta escalada arancelaria, lo que hace temer una posible guerra comercial que impactaría los mercados globales.
Además del impacto económico, la decisión de Trump también tiene una fuerte carga política. Con esta medida, el presidente refuerza su imagen de protector del empleo y la industria estadounidense, un discurso que le ha generado apoyo entre sectores sindicales y trabajadores del acero. Sin embargo, algunos economistas advierten que estas políticas podrían encarecer los productos finales, aumentar la inflación y generar fricciones innecesarias con aliados comerciales clave.
El gobierno mexicano aún no ha emitido una postura oficial, pero todo apunta a que buscará negociar una salida que minimice los efectos negativos sobre la industria nacional. Mientras tanto, los mercados estarán atentos a las posibles reacciones de los socios comerciales de Estados Unidos y a la posibilidad de que esta medida se convierta en el inicio de un conflicto comercial de mayor escala.