Por Francisco Bascuñán, director ejecutivo Norte Verde.
La respuesta es sí. La densificación responsable de nuestras ciudades es un tema que requiere atención.
Hoy más que nunca debemos densificar nuestras ciudades de manera diversa y sostenible, minimizando el
impacto ambiental. Paradójicamente, este concepto a menudo encuentra resistencia en grupos ecologistas,
cuando en realidad debería ser todo lo contrario. Una densificación bien planificada es esencialmente
ecológica y puede ser una herramienta poderosa para la sostenibilidad urbana.
Tradicionalmente, el crecimiento urbano en América ha sido horizontal, extendiéndose hacia las periferias.
Santiago es un claro ejemplo de esta tendencia, con un crecimiento anual de 1,6 kilómetros cuadrados
(Informe de Sostenibilidad Urbana 2021, Gobierno de Chile), resultando en una ciudad que actualmente
ocupa 722 kilómetros cuadrados (INE, Censo 2020). Esto genera largos desplazamientos, con un promedio
de 77 minutos de viaje diario por persona (Estudio "Movilidad en Áreas Urbanas", Ministerio de
Transportes).
En contraste, los habitantes de ciudades compactas utilizan menos energía para el transporte al vivir cerca
de sus trabajos y servicios diarios, reduciendo así las distancias de viaje. Muchas ciudades europeas han
optado por modelos más densos, demostrando ser más sostenibles y habitables. Comprimir el desarrollo
urbano puede conducir a un crecimiento más inteligente y equitativo. Estudios recientes confirman que los
habitantes de ciudades densas conducen un 62% menos que los residentes de áreas suburbanas
(Transportation Research Board, 2023). Esto se traduce en una disminución aún más significativa de las
emisiones de gases de efecto invernadero y la contaminación del aire.
Es que densidad no significa hacinamiento. Una ciudad densa bien planificada puede ofrecer espacios
verdes, transporte público eficiente y amplias zonas peatonales, creando un ambiente urbano agradable y
saludable. Barcelona, Nueva York, París, Copenhague, Ámsterdam y Viena son ciudades que han logrado
combinar alta densidad en sus centros urbanos con alta calidad de vida, gracias a políticas que incentivan el
uso de la bicicleta, áreas verdes y edificios energéticamente eficientes. En estas ciudades encontramos
barrios donde las personas pueden vivir, trabajar, disfrutar de actividades de ocio y acceder a todos los
servicios necesarios sin largos desplazamientos.
La Gran Manzana tiene una densidad de población de 27.000 habitantes por kilómetro cuadrado y es un
ejemplo de cómo la densificación puede crear una ciudad vibrante y sostenible. Sus edificios de gran altura,
transporte público eficiente y enfoque en la movilidad peatonal la convierten en un modelo a seguir. Nueva
York ha reducido sus emisiones de CO2 en un 25% en la última década, en parte debido a la densificación
(NYC Mayor's Office of Sustainability, 2024), mientras que en Barcelona esta cifra alcanza al 40% en los
últimos 25 años (Barcelona City Council, 2023). Un estudio del Departamento de Energía de Estados Unidos
(U.S. Department of Energy, 2022) demostró que los residentes de edificios de gran altura consumen un
28% menos de energía que los que viven en casas unifamiliares.
La densificación urbana, cuando se implementa de manera responsable, no solo es compatible con la
protección del medioambiente, sino que es una herramienta fundamental para lograrla. Reducir la
dependencia del automóvil, disminuir el consumo de energía y promover la gestión eficiente de residuos
son solo algunos de los beneficios ambientales de este modelo.
No podemos demonizar el concepto en sí mismo. El problema no es la densificación, sino la planificación
inadecuada. Un ejemplo de esto son los edificios destinados exclusivamente a oficinas o servicios, que
crean áreas desoladas y sin vida durante las tardes, cuando quedan vacíos. En lugar de eso, debemos
integrar todas las funciones urbanas en un mismo lugar para crear entornos dinámicos y activos las 24
horas del día.
El crecimiento desmedido hacia las afueras no promueve una vida urbana ecológica. En su lugar, debemos
enfocarnos en la regeneración de terrenos existentes. Construir reciclando terrenos para darles nuevos
usos que fomenten la caminabilidad. Esto no solo reduce la carga ambiental, sino que también fortalece el
sentido de comunidad e interacción social.
En definitiva, la densificación es necesaria. Debemos aprender de los modelos exitosos y adaptarlos a
nuestras realidades. La densificación bien planificada no es una amenaza para el medioambiente; es su
aliado.