La industria de la construcción en Chile sigue golpeada por la caída en la demanda y el aumento en los costos, a medida que suben las tasas de interés y persisten las presiones inflacionarias. La tendencia se agravó en octubre con la quiebra de Claro, Vicuña, Valenzuela (CVV) y Brotec, dos de los mayores operadores del sector.
Luego de eso se ha sucedido una serie de anuncios de constructoras chilenas en problemas, que en su mayoría han apuntado a los efectos de la crisis social de 2019 y luego la pandemia en 2020.
Y ahora, en menos de una semana -por no decir en un par de días-, dos grandes empresas constructoras locales se sumaron a la lista anunciando el fin de sus operaciones, a pesar de todos los intentos para evitar este desenlace.
Así, el jueves se conoció que la Constructora Proyekta, ligada a Guillermo García y Hugo Irarrázaval, finalmente solicitó su liquidación voluntaria. La compleja situación de la empresa había sido adelantada por Diario Financiero, tras acumular varias demandas de sus proveedores.
Del mismo modo, este lunes la empresa Las Magdalenas, considerada una de las mayores constructoras de Concepción -capital de la Región del Biobío en el sur del país- no logró la venia de tres bancos y la justicia decretó la liquidación de la compañía, a pesar del plan que tenía para refinanciar sus deudas para evitar la quiebra.
Ante este contexto, el vicepresidente de la CChC, Alfredo Echavarría, destacó los requisitos sectoriales de este 2023, entre los que destacan: completar proceso de mitigación del impacto del mayor precio de materiales, eliminar nudos críticos que afectan el desarrollo de proyectos en ejecución, cerrar casos de inversiones paralizadas y por último asegurar licitaciones de obras y buena gestión del presupuesto público.