Uno de los puntos más cruciales es la prohibición de nuevas concesiones para minería a cielo abierto (Punto 87). El gobierno responde a los graves impactos ambientales de esta minería, como la deforestación y la contaminación del agua. Ahora, las empresas deben obtener el reconocimiento y la aprobación de las comunidades antes de desarrollar proyectos. Esta medida obliga a la industria a centrarse en operaciones más sostenibles. Además, busca reducir los conflictos sociales y ecológicos que estas concesiones han generado en el pasado. Las empresas mineras deben adaptarse rápidamente a estas nuevas condiciones, con modelos más responsables.
Otro punto que afecta indirectamente a la minería es la detención del fracking en la explotación de hidrocarburos (Punto 87). El fracking, una técnica controvertida para extraer gas y petróleo, impacta también a la minería. Muchas empresas mineras tienen intereses en hidrocarburos, y deberán ajustar sus planes. El plan se enfoca en proteger los acuíferos y reducir la emisión de contaminantes. El fin del fracking impulsa una transición hacia energías más limpias y cambia el entorno operativo de las empresas mineras y energéticas.
Además, el fortalecimiento de Pemex y la Comisión Federal de Electricidad (CFE) (Punto 63) impacta directamente a la minería. Ambas empresas seguirán proporcionando un suministro energético estable y accesible. La minería, que consume grandes cantidades de energía, depende de este suministro para sus operaciones. Fortalecer a Pemex y la CFE garantiza que el control del suministro energético permanezca en manos del Estado. Así se evitan fluctuaciones en precios y problemas de abastecimiento que podrían afectar los costos operativos de las empresas mineras.
El impulso a la petroquímica y la producción de fertilizantes (Punto 64) también genera una mayor demanda de minerales esenciales. Estos minerales, como el fósforo y el potasio, se extraen de actividades mineras. El plan promueve la autosuficiencia en fertilizantes y abre oportunidades de expansión para la minería. Este crecimiento en la demanda puede generar más inversión y empleo en el sector minero. La colaboración entre petroquímica y minería será clave para aprovechar esta oportunidad.
El desarrollo de infraestructura ferroviaria y portuaria (Puntos 69 y 74) mejora la logística y el transporte de minerales. Proyectos como el Tren Maya y el Corredor Interoceánico, junto con la modernización de puertos, facilitan el transporte de minerales hacia mercados internacionales. Estos avances permitirán a las empresas mineras reducir costos y tiempos de exportación, mejorando su competitividad. La optimización de las rutas de transporte será vital para la industria, que depende del movimiento eficiente de grandes volúmenes de materiales.
Finalmente, el impulso hacia la transición energética y el desarrollo de energías renovables (Punto 66) ofrece una gran oportunidad. El plan fomenta el uso de energías limpias, como solar, eólica y el hidrógeno verde. Estos proyectos necesitan grandes cantidades de minerales estratégicos como el cobre, litio y cobalto, esenciales para baterías y tecnologías limpias. Las empresas mineras deben aprovechar esta creciente demanda para reforzar su presencia en mercados emergentes. La extracción de estos minerales se convierte en un pilar clave para lograr los objetivos de transición energética.
El enfoque en energías renovables no solo impulsa una economía más verde, sino que también crea una sinergia con la minería. La extracción de minerales estratégicos resulta esencial para las tecnologías sostenibles. Así, la minería mexicana tiene una gran oportunidad para consolidarse en el contexto de la transición energética global.