Planta Churubusco de Ternium: Un Pilar de la Industria Siderúrgica

“La planta es uno de nuestros motores de laminado en caliente”, indica César Jiménez, presidente de Ternium México.

Considerada en 1994 —fecha de su arranque— como la planta siderúrgica más grande de América Latina y la primera en contar con un Coil Box en la región, Planta Churubusco inició un largo camino que hoy la establece como uno de los pilares de Ternium. Esta planta es insignia por abrirle al acero regiomontano la puerta a los mercados industriales más exigentes, como es la línea blanca y el sector automotriz, así como por trascender al plano internacional.

Trayectoria de Éxito

La salida de su primer rollo fue el inicio de una trayectoria de éxito. Hoy, con 1,119 colaboradores, entre los cuales destaca un grupo de 29 que estuvo presente en ese momento, ha producido más de 58 millones de toneladas, a un ritmo actual de 2.5 millones por año.

“Planta Churubusco es uno de nuestros motores de laminado en caliente”, indica César Jiménez, presidente de Ternium México y uno de los testigos del arranque de esta planta como gerente de Sistemas. “En su momento hacíamos los aceros más exigentes del mercado y el trabajo de este grupo de personas se ha reflejado en récords y crecimiento”.

Celebración de un Hito

Para conmemorar este hito, parte del equipo se reunió y compartió algunas anécdotas de aquel 18 de mayo de 1994, cuando salió el primer rollo tras más de 640 intentos. Ahí, se les entregó un reconocimiento en forma de rollo con su nombre. Se trató de un día para celebrar y reconocer este hito, igual que hace tres décadas.

“Si algo tiene esta planta, es ese sentido de pertenencia que se permea en sus resultados”, señala Leonardo Nieves, Operations Senior Director.

“Churubusco es especial porque un grupo importante de personas estuvo desde el día uno y aún sigue aquí, y al trabajar juntos por muchos años, han hecho una gran familia”.

Un Ejemplo de Evolución

Planta Churubusco revivió en la década de los 90 con el auge del acero regio tras el cierre, unos años atrás, de la Fundidora y todas sus compañías filiales, entre ellas, Aceros Planos de México, que ocupó previamente las instalaciones de esta unidad operativa. Echarla a andar de nuevo, pero modernizada y con el ambicioso objetivo de ir por el mercado internacional de alta gama, requirió de un grupo de jóvenes comprometidos, entre los que se encontraban Sergio Galván y Rogelio Uresti.

“Nos mandaron a un curso de Laminación en FIME porque teníamos muy poco conocimiento, pero algo tienen esos fierros y esos molinos grandes que nos encantaron; pocos supieron lo que tuvimos que hacer para sacar esos rollitos”, cuenta Sergio, quien es técnico de Proceso en el Tándem.

Rogelio, supervisor de la línea MC3, agrega: “Fuimos creciendo poco a poco y llevar la teoría a la práctica no fue fácil, pero sí fue extraordinario convertir una pieza fría, un lingote, recalentándolo y procesándolo, en un rollo de diferentes calibres”.

La Evolución de la Seguridad

De ahí en adelante, la planta fue de a más: de producir unos cuantos rollos a miles de toneladas para luego hacerlo con calidad y, con la llegada de Ternium, priorizando la seguridad. Todos platican sobre aquellos días en los que el uniforme era fácil de quitarse si hacía calor, algo inimaginable en estos días. Hoy, la seguridad es un modo de vida con la adopción de un EPP más completo, las Reglas que Salvan Vidas, los procedimientos de seguridad, la elaboración a ARPs y los bloqueos efectivos.

“Desde que nos integramos a Ternium vi algo muy grande que fue desempeñarnos con seguridad, de regresar a la casa como llegamos”, recuerda Jorge Rodríguez, Ingeniero de Producción en el MC3. “Éste es nuestro valor más importante y no tendría problema en que mis hijos trabajen aquí porque sé que van a trabajar seguros”.

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Juan Antonio Rodríguez, hoy IMP Hornos, recuerda en su adolescencia pasar frente a la planta y decirle a su hermano, quien vivía cerca, que él un día trabajaría ahí: “Me atraía el ruido de las máquinas y estar en una empresa grande y consolidada”, asegura.

Él es uno de los tantos ejemplos del crecimiento personal y profesional tanto de Churubusco como de Ternium. En la planta, atestiguó la renovación de muchos de los equipos, la implementación de nueva tecnología, el aumento de la capacidad de producción y la incursión de muchas más personas al equipo —incluidas mujeres—, a quienes las ven en las líneas y manejando unidades móviles.

En su caso, creció también en posiciones, iniciando como mecánico de piso en los sistemas hidráulicos hasta integrarse a la primera cuadrilla de supervisores de guardia en Ternium, además de trabajar en diferentes molinos.

“Pero ninguna planta como ésta”, afirma Juan Antonio. “La planta no estaba preparada para lo que hace hoy y pudimos sacarla adelante. Somos un referente para Ternium, nos toman como planta piloto, el modelo de Mantenimiento de Clase Mundial empezó aquí y otras iniciativas más, eso nos llena de orgullo porque habla de nuestro trabajo”.

Y también habla del equipo que durante estas tres décadas prácticamente fue el mismo: juntos aprendieron, juntos se volvieron expertos. Álvaro Martínez, Técnico de Proceso en Hornos, ingresó como mecánico y fue gracias a sus compañeros que el trabajo se volvió ameno.

“Me da mucha satisfacción haber sido uno de los que echamos a andar estas máquinas. El equipo de trabajo me gusta, algunos días ya quiero que amanezca y me quiero venir a la planta porque es un lugar donde hacemos los mismos productos, pero donde nunca dejas de aprender, además de que nuestro acero está en todas partes”, comenta.

Cambio Generacional y Futuro

El cambio generacional es un reto que se suma a los propios de la planta. “Planta Churubusco es una empresa de primer mundo”, dice Juan Javier de León, Técnico de Proceso en Hornos. “Por eso a los nuevos compañeros les digo que pongan todo de su parte, la actitud es lo que los ayudará a adaptarse como nos pasó a nosotros”.

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